jueves, 4 de noviembre de 2010

Rechazan intentos de lavarles la cara a los pandilleros

Primero un cura de origen español dijo que los pandilleros "son víctimas"; luego una ex jueza y funcionaria del gobierno de Funes los calificó como "jóvenes faltos de cariño", y ahora en Ecuador se ha llegado a decir que las maras son responsables en Honduras, Guatemala y El Salvador de entre "un 5 ó 6%" de los actos de violencia y no del 50% que les atribuyen las autoridades.
En el marco de la primera conferencia internacional sobre el tema en América celebrada en Quito, la semana anterior, Mauro Cerbino -al que la agencia Efe identifica como "especialista en el tema"- remarcó que cada vez que se afirma que hay un incremento de actos violentos "se tiene que ver quién lo dice" porque, a su juicio, las cifras relativas a las pandillas divulgadas por la policía "no son científicas".

Cerbino argumenta que los agentes "no tienen instrumentos idóneos" para saber "cuántas organizaciones y miembros" tienen esos grupos. "Los datos son exagerados y abusados", enfatizó.

Pero el director de la Policía Nacional Civil de El Salvador, Carlos Ascencio, declaró ayer que las cifras que manejan sobre el número de crímenes perpetrados por mareros son confiables.

"Los datos están cotejados por la Policía, Medicina Legal y Fiscalía, por lo que no hay ningún equívoco en ese sentido. Nosotros como institución podemos proporcionar base de datos lo suficientemente confiable para que cualquier instituto de investigación pueda basar sus análisis en las estadísticas que presentamos", sostuvo el director de la institución.

Antonio Almendáriz, diputado del PCN y presidente de la Comisión de Seguridad de la Asamblea Legislativa, respaldó a las instituciones que manejan las estadísticas de los crímenes y criticó que extranjeros hicieran juicios irresponsables sobre la violencia que vive el país sin haber consultado antes cifras oficiales o la opinión de los mismos parlamentarios. "Sólo los verdaderos salvadoreños conocemos la situación en que vivimos", enfatizó.

Según Ascencio, aproximadamente el 40% de los homicidios está vinculado a las pandillas,

Cerbino llama "violencia juvenil" al fenómeno de las pandillas y lo atribuye "a un acto interesado de las elites que manejan estos países".

El ex presidente del Consejo Nacional de Seguridad Pública, Óscar Bonilla, califica de "malintencionados" este tipo de argumentos, que únicamente desvían la atención de los verdaderos responsables hacia quienes hacen que el país progrese y no generan violencia.

Por ejemplo, para Cerbino, las pandillas nacen porque los jóvenes que viven en los barrios periféricos tienen "condiciones poco apropiadas en cuanto a educación, salud y empleo", y habitan en ambientes de desestructuración familiar, económica y social.

Ante esto, Bonilla respondió enfáticamente que quien hace estos planteamientos está "desfasado" y debe preguntarle a las familias de los asesinados o extorsionados por las pandillas si realmente éstas son "víctimas" (Ver entrevista).


Antecedentes


Al planteamiento de Cerbino se suman las declaraciones de la actual presidenta del CNSP, Aída Santos, quien recientemente dijo en España a la agencia Efe que los pandilleros "son jóvenes, hijos de emigrantes, que en la posguerra se quedaron solos, sin cariño, sin atención ni control, sin que comprendieran la idea de que todos los seres humanos tenemos derechos y deberes".

De igual manera, el cura español Antonio Rodríguez López Tercero llegó a decir a radio Netherland que los pandilleros "son víctimas de un sistema" y que había que "generar con ellos una metodología, no de ataque, no de ira, no de cólera, no de represión sino de misericordia, de ternura".

El diputado Almendáriz afirmó que la pobreza no es factor que motiva a los jóvenes a ingresar a las maras. "Si en este país la pobreza fuera la causa, habría millones de pandilleros", enfatizó el diputado pecenista y agregó que si bien la guerra y la emigración contribuyeron al surgimiento de estos grupos, actualmente, la desintegración familiar, la pérdida de valores y el alejamiento de Dios son otros factores de peso que han propiciado el ingreso de los jóvenes a las pandillas.

Almendáriz y Bonilla coinciden en que los mareros ya no son delincuentes juveniles, sino verdaderas estructuras criminales con presencia internacional, capaces de descuartizar niños y quemar vivos a mujeres y ancianos.

fuente : El Diario De Hoy

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